En el probablamente peor partido de toda la serie, los Warriors apretaron desde el inicio marcando un parcial de 15-28 en el primer periodo que le servía a los de Kerr para dar un golpe sobre la mesa frente a unos Cavs que sabían que habían perdido su oportunidad de oponer resistencia el pasado domingo. De la mano de otra vez más un James sublime (32-18-10) Cleveland fue haciendo la goma hasta acercarse de nuevo en el marcador mediado el segundo cuarto, pero desde el 47-45 que ponía a los de Blatt por delante el partido no tuvo más historia. Dominio absoluto de unos Warriors que sabían que la final estaba en sus manos, y que sólo de ellos dependía volver a ganar el campeonato 40 años después. Iguodala de nuevo lideró el camino junto a buen Curry (25 cada uno), demostrando el porqué fue designado posteriormente el MVP de las Finales, en un recurso excepcional que Kerr puso sobre la mesa tras el tercer partido. Una dosis de defensa, intensidad y acierto en ataque que han supuesto para los de amarillo el paso adelante para recuperar un juego que parecía perdido con el 1-2 de los de James.
Draymond Green volvió a su mejor nivel y con un triple doble de 16 puntos, 11 rebotes y 10 asistencias volvió a ser ese all-around player que enamora a todo el mundo desde el poste bajo y poste alto. Una racha de triples de los de Oakland terminó por destrozar a unos Cavaliers indefensos en el último tramo del choque, saboreando la victoria en los labios de los aficionados Warriors.
El contrapunto en la final lo ha puesto él, el Rey. En una de las actuaciones más memorables e impresionantes de la historia de unas finales, Lebron James se queda de nuevo a las puertas del anillo para su equipo de siempre, el de su casa. Su batalla contra el mundo duró hasta que su físico dijo hasta aquí hemos llegado. Unos promedios de otro planeta que han incluso abierto el debate a la designación del MVP para un jugador del equipo perdedor, donde el único nombre en esa lista es el legendario Jerry West. No será la última final para Lebron, pero si un trago amargo por la forma en la que ha perdido esta final, sin su compañía más allegada (Irving, Varejao y Love) y con la sensación de que con un poquito más de ayuda su exhibición no hubiese quedado en el limbo.
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