La sensaciones de un DeJuan Blair sin rodillas eran inmejorables, sería un recambio de garantías para un Duncan que todavía tenía ganas de dar guerra. Un George Hill que mejoraba a pasos agigantados y daría minutos de calidad al francés Parker. Todo estaba preparado para vivir una temporada ilusionante.
Pero la Regular Season los llevó a la realidad. Pasaban los años en su Big Three, Parker y sus lesiones apenas le dejaban conseguir esa regularidad necesaria para rendir al máximo. Ginobili, en su último año de contrato, no rendía lo esperado, parecía que se hacía mayor. Tan sólo un Duncan que siempre cumple era capaz de liderar a unos Spurs que veían como su refuerzo estrella no daba lo esperado y que su banquillo no garantizaba lo que se preveía a principio de temporada.
Séptimos del Oeste, tocaba contra los poderosos Mavericks de un Nowitzki que este año si veía a su equipo con posibilidades de llevarse lo que tantos años lleva buscando sin suerte. Mínimas posibilidades, pero los viejos rockeros nunca mueren. El gran final de temporada de Manu ganándose un nuevo contrato hacía afrontar la eliminatoria con ilusión, además Parker llegaría a tope y Duncan volvía a demostrar que los años no pasaban por él.
Derrota en el primer partido, pero dando guerra, plantando cara a unos Mavs que este año si que partían como uno de los favoritos al anillo. La sorpresa llegó en el segundo, el Big Three a tope ayudado por un Jefferson que demostró porque se le había fichado. A partir de ahí todo cambia, los Spurs demuestran porque los Playoff son diferentes: intensidad, calidad, defensa y liderazgo que sirven a los de Popovich para decir a los favoritos: "Nunca nos deis por muertos".
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